viernes, 14 de diciembre de 2012

El principio

Empiezo por el presente....

En realidad la primera frase que me vino a la mente fue "empiezo por el final".... pero la realidad es que no estoy en ningún final de nada. Muuuuy por el contrario, hace unos pocos días lo que realmente sentí fue que estaba frente a un nuevo principio. Hasta pensé: "Así que de esto se trataba el fin del mundo 2012"....... Y es que este año muchos trataron de explicar que ese famoso fin del mundo anunciado por el ¿calendario maya??? para el año 2012 no era realmente el fin del mundo, sino el fin de una etapa.

En fin, para que ponerle suspenso: hace una semana me hice el famoso (famoso para todas aquellas mujeres que desean quedar embarazadas) análisis de la sub unidad beta cuantitativa. En mi caso (y este blog es en gran medida para mí y un poco también para mujeres que, como yo, están en la búsqueda) fue el análisis post "transferencia".

Vamos entrando en tema, no? A esta altura estoy un poco impregnada de la jerga "fertilizante"..... "Punción", "transferencia", "betaespera" son palabras que las desesperadas -como yo- y las no tanto también, ponen en el Google e inmediatamente aparecen de a miles páginas webs dedicadas a la fertilidad humana. Y antes de llegar a estas palabras, todas habremos pasado por la búsqueda de todas o algunas palabras como "infertilidad", "histeroscopía", "histerosalpingografía", "laparoscopía", "espermograma", "biopsia de endometrio", "endometritis", "endometrosis", "enfermedad inflamatoria pélvica", "enfermedades de transmisión sexual", "salpinguitis", "hidrosalpinx" y un casi interminable etc..... y, por supuesto, lo más importante aquí, habremos pasado por la angustia que cada una de estas palabras genera y ni qué hablar la que genera la búsqueda de información por internet.

Propondría casi sin pensarlo huir de internet, no buscar más, no dar valor de verdad a nada de lo que encontramos aquí, porque en rigor, la única verdad somos nosotros, cada caso en particular, en definitiva cada cuerpo que habla con su propio lenguaje. Pero sé que aunque sepamos positivamente que buscar por internernet nos calmará la angustia en la misma medida que nos la potenciará (en definitiva, el grado de angustia no dependerá de lo que aquí encontremos), quienes  estén leyendo (y la que está escribiendo) no dejarán (no dejaremos) de buscar..... Buscar en internet es sólo una parte de una búsqueda mucho mayor.

Entonces, ya estamos en tema.

Creo que aquí me puedo definir como una mujer de 38 años, mamá de un niño de 4, esposa de un hombre de 40 que hace casi casi 3 años que busca un segundo hijo..... EL HERMANITO.

Ahora sí, entonces, rebobino y me voy al principio.

Conocerán más o menos el cuento de las  vacas gordas y las vacas flacas. No importa mucho de dónde viene el cuento (de algún lugar de la Biblia, del Génesis, en el que se relata que el Faraón egipcio tuvo un sueño en el que aparecían 7 vacas gordas seguidas de 7 vacas flacas), pero la cuestión es que muchas veces se usa para hablar de períodos de la propia vida, o de la economía de un país, etc. Yo venía de años de vacas flacas..... muy flacas, cada vez más flacas..... Y de repente, todo empezó a repuntar. Me fui de viaje, volví, abandoné a un hombre "lastre", empecé a noviar con mi esposo, me casé.... a los 3 meses decidimos que estaría bueno intentar tener un hijo y al mes siguiente ya estábamos embarazados.

En fin... decir que mi familia claramente tiene todas las caracterísiticas de una familia judeo-cristiana, con 12 años de colegio de monjas y todo y aunque hoy soy agnóstica, me es difícil sacudirme de mi educación. Eso significa sentimiento de culpa permanente, temor a dios (o a algo más allá de mí), etc etc. Esto para explicar que ante la felicidad lo primero que sobrevino fue el temor a su precio.


"Como todas las personas que viven mimadas por los dioses sin ninguna razón, también sentía una especie de angustia en el fondo de tanta felicidad. Todo era demasiado hermoso, demasiado redondo, demasiado perfecto. Uno siempre teme tanta felicidad ordenada. Me habría gustado, entonces, en plena luna de miel, ofrecer algún sacrificio a la vida: no me habría importado si el correo de casa, que recogía en los diferentes puertos, me hubiera traído noticias desagradables, materiales o sociales, no me habría importado enterarme de que esta mansión se había quemado, de que había perdido dinero, no me habría importado si mi banquero, el administrador de mi fortuna, me hubiera enviado malas noticias, o algo parecido... Ya sabes, uno siempre quisiera devolver algo a los dioses, una parte de su felicidad. Porque los dioses son, como se sabe, envidiosos, y cuando dan un año de felicidad a un simple mortal, lo apuntan como una deuda, y al final de su vida se la reclaman, con intereses de usurero" (Sandor Marai, "El último Encuentro", fragmento).


Pues, así me sentía yo ante tanta felicidad... Yo nunca me consideré una mimada de los dioses ni mucho menos.... Y entonces sé que a las vaquitas flacas en algún momento las siguen las gordas.... y viceversa. Pero a la vez (y esto es lo curioso y maravilloso del ser humano: la capacidad de tener sentimientos opuestos al mismo tiempo) he pensado que todo es una cuestión de perspectiva y que, tal vez, yo nunca me sentí una mimada de los dioses, pero en realidad sí lo soy, y entonces es cuando se siente que a veces la felicidad se paga (o uno cree que se paga, pero no se trata de ningún pago, sino de un ciclo natural de la vida). En fin... ya ven de qué viene esto, así que es una buena oportunidad para abandonar.

Sigo entonces. El embarazo tranquilo, luego el niño no tanto! Mi hijo, mi hijo lindo, hermoso, sano, feliz, era un bebé demandante. Los 2 primero meses lloró puntualmente de 7 pm a 9 pm. No había como calmarlo, pero lo bueno era que uno sabía que al cabo de 2 horas se calmaría. Luego se despertaría cada media hora, o cada hora, o cada 15 minutos.... Comprendí semanas después del parto que las mujeres no adelgazamos por amamantar, sino por no poder dormir, ni comer, ni bañarnos, ni nada!!!! Pero ese sería material para un blog aparte que, sinceramente, no me interesa escribir. De cualquier manera, en algún momento los niños empiezan a dormir, a comer (el mío todavía no muy bien) y darnos lugar para desear "el hermaniiiiito!".

Así que cuando nuestro niño tenía 1 año y 3 meses decidimos que queríamos ir por el segundo.





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